En la sola sinfonía
y en la musical melodía
que mis adentros rebotan,
que mis alientos agotan
y en el ardiente fuego
que de él renace
destruye piezas de lego
que están formando mis males,
ahuyenta halos de ego
que penumbran lugares
del silencio, escondidos,
sonando como metales.
Ruge el viento
que él posee
luego truena,
luego lee.
El susurro no está escrito
ni el sentido que posee
en la frase con su fuerza
o el destino, si lo tiene.
Paseando esas calles
que en memoria hoy recuerden
todo aquello ya vivido
que en algún lugar se pierde
destilando viejos vinos
con aroma a café
cuyas copas he perdido
en el no saber por qué.
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